“Es todavía una visión de algo lejano” (Habacuc 2, 3)
La primera lectura de hoy relata una conversación franca entre el profeta Habacuc y el Señor. Habacuc está preocupado porque Dios no responde a sus oraciones sobre la oscuridad que ve a su alrededor. Con un rey injusto en Jerusalén oprimiendo al pobre y Babilonia convirtiéndose en una amenaza creciente de invasión, pareciera que la “opresión” y los “asaltos y violencias” son todo lo que él puede ver (Habacuc 1, 3). Y por eso clama: “¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me escuches?” (1, 2). ¡Se supone que tú eres un Dios bueno y amoroso que protege a su pueblo!
En respuesta, Dios le aconseja paciencia. Habacuc tiene una visión de cómo serán las cosas, y esa visión está tomando forma lentamente. Hasta entonces, le dice Dios, “el justo… vivirá por su fe” (Habacuc 2, 4). Confía en mí, todo será revelado a su debido tiempo.
¿Estás preocupado por la oscuridad que hay en el mundo o en tu familia o quizá en tu propio corazón? ¿Encuentras que tu atención está centrada principalmente en los problemas que te rodean, las tragedias de la guerra, las familias destruidas o los pobres que son ignorados?
Dios ve todo esto, pero también tiene una visión del día en el cual su luz triunfará. Y esa visión se está desarrollando incluso ahora mientras los creyentes ofrecen su misericordia al mundo sufriente. Cada acto de fe, justicia y amor permite que la visión de Dios este un paso más cerca de completarse, y el se alegra de verla.
Dios también te ve a ti. El Señor ve la forma en que tu fe (aunque parezca tan pequeña como una “semilla de mostaza”, Lucas 17, 6) crece y se hace más profunda. El ve tus esfuerzos por compartir su buena noticia y dar testimonio de su salvación. Permite entonces que la visión de Dios para este mundo te llene de esperanza. Recuerda que todavía es “algo (lejana)”, pero que ciertamente sucederá (Habacuc 2, 3).
Amén
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