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Domingo, 27 de Marzo:  IV Domingo de Cuaresma

 “Este recibe a los pecadores.” (Lucas 15, 2)

Podría decirse que esta parábola, en lugar de llamarse la “parábola del hijo pródigo,” debería llamarse la “parábola del padre misericordioso.” Ya que este relato nos habla del amor infinito que nos tiene nuestro Padre celestial.  

La parábola del hijo pródigo tiene dos objetivos distintos: Nos muestra que Dios desea que todos experimenten su amor, y nos muestra que Dios desea que aquellos que conocen su amor lo experimenten mas profundamente.  

De cierto modo, el hijo pródigo estaba “muerto” debido a los pecados que había cometido cuando se fue de su casa. Pero en el momento en que regreso, fue como si hubiera vuelto a la vida. Jesús uso a esta persona para describir a las personas que no han aceptado el amor que Dios les tiene. Ellos deben dar la vuelta y regresar a él, necesitan lo que nosotros llamaríamos una “conversión inicial”.  

Estas son las personas que Dios nos pide que presentemos en oración de una forma especial, sobre todo a nuestros seres queridos que se encuentran alejados del Señor. ¡Que todos puedan experimentar una conversión inicial!  

Sin embargo, el hermano mayor del hijo pródigo, estaba “vivo”. El era fiel y trabajador. Pero también necesitaba la conversión. Él podría haber sido obediente a su padre, pero muchos pensamientos pecaminosos seguían ocupando su mente. Este hombre necesitaba una “conversión continua”, un alejamiento mas profundo del resentimiento, el enojo y la autojustificación.  

Aun si nosotros creemos en Jesús, rezamos todos los días y asistimos a Misa con regularidad, necesitamos una conversión continua.     Amen.

 

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Todos los Viernes a las 6:30 PM:                       Viacrucis 

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