"No es bueno que el hombre esté solo” (Genesis 2, 18)
A pesar de que este versículo podría darnos la impresión de que la primera lectura de hoy se refiere solamente al hombre, realmente no es así. Y aunque a menudo se utiliza en el contexto de una boda, no trata solamente sobre el matrimonio. Se aplica a todos nosotros, casados o solteros, hombres o mujeres. No nos necesitamos unos a otros. Eso significa que necesitamos relaciones edificantes con otras personas. Simplemente “no es bueno” para nosotros estar solos (Génesis 2, 18).
Observa que después de que Adan les puso nombre a todos los animales, ninguno resultó ser “semejante a Adan para ayudarlo” (Genesis 2, 20). Eso se debe a que realmente solo podemos “asociarnos” con otros seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios. Y esa comunión, al igual que la vida en la Trinidad, generalmente implica la donación de sí mismo. El Sacramento del Matrimonio es un poderoso signo de ese amor. Pero también se manifiesta en la relación entre los buenos amigos, en los voluntarios que trabajan juntos para servir a los pobres o en sacerdotes o religiosas y religiosos que se apoyan unos a otros en la fe.
Sin embargo no es automático. Nadie experimenta la comunión perfecta con otras personas en esta vida; tenemos que trabajar en nuestras relaciones. Tenemos que seguir invitando a Jesús a formar parte de ellas. Por eso hoy, da el siguiente paso hacia la comunión que Dios creó para ti. Aun cuando te sientas solo, recuerda que no lo estas. Aquel que te creó para algo más está siempre contigo. Confía en que el creara la comunión que desea para ti.
“Gracias, Señor, porque me has creado para vivir en comunidad, al igual que tu.” Amen.
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