The Catholic Community of Northern Columbia County

“Jesús debía resucitar de entre los muertos.” (Juan 20, 9)

¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! El Evangelio de hoy nos dice que Jesús debía resucitar de entre los muertos (Juan 20, 9). Pero, ¿por que? ¿No era suficiente con que se hiciera hombre? ¿No era suficiente con que muriera por nosotros? En realidad, no. Como escribió San Pablo: “Si Cristo no resucitó, la fe de ustedes no vale para nada: todavía siguen en sus pecados” (1 Corintios 15, 17).

Al resucitar de los muertos, Jesús demostró, más allá de toda judá, que tiene poder sobre el pecado y la muerte. Todo lo que dijo sobre sí mismo es verdad. El Señor es más que la víctima de una condena injusta. Es más que un maestro inspirador o un filósofo, o un fundador de un nuevo movimiento. Jesús es incluso más que un curandero o un hacedor de maravillas. Es el Hijo de Dios, Aquel a quien la muerte no pudo retener (Romanos 1, 4). 

Con su resurrección, Jesús hizo más que solo justificarse a sí mismo. También abrió el camino a una nueva vida para cada uno de nosotros. ¡El Señor venció al pecado que nos mantenía separados de nuestro Padre en el cielo! Debido a ello, los que creemos en él y hemos sido bautizados ahora podemos “vivir una vida nueva” (Romanos 6, 4). Ahora podemos esperar nuestra propia resurrección. Podemos experimentar el poder sobre el pecado y la libertad sobre el temor a la muerte que a menudo nos ata. Podemos considerarnos “muertos al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús” (6, 11). Ahora sabemos, más allá de toda duda, que el amor es más fuerte que la muerte.

“¡ Jesús, Señor resucitado, me regocijo en ti!” Amen.