The Catholic Community of Northern Columbia County

“Les pedimos que se dejen reconciliar con Dios” (2 Corintios 5, 20)

Estas palabras de San Pablo son un excelente resumen del tiempo de Cuaresma. Pero, ¿qué significa “reconciliarse” con Dios (2 Corintios 5,20)?

Para Pablo, la reconciliación significaba recuperar el favor de Dios. El enseña que el pecado nos ha alejado de Dios, pero que en Cristo, Dios nos ha reconciliado con el. Al hacerse hombre en este mundo y sacrificarse en la cruz, Jesus cerró la brecha en nuestra relación con Dios. El Señor ha hecho algo que nosotros jamás podríamos haber hecho por nosotros mismos. “Todo esto proviene de Dios”, escribe San Pablo, “que nos reconcilió consigo por medio de Cristo” (2 Corintios 5, 18). Ahora, el Señor nos pide que recibamos el favor que él nos ofrece.

¡Y es una gran bendición! Podemos vivir como hijos de Dios; podemos experimentar todas las riquezas del cielo que colman nuestro corazón. El pecado puede nublar nuestra relación con el, pero nuestro Padre celestial continúa ofreciéndonos su misericordia. Es como si escucháramos a Dios llamándonos personalmente conforme leemos las palabras de Pablo.

También podemos escuchar la súplica del Padre en la parábola del Evangelio de hoy. El padre del hijo pródigo se encontraba vigilante, deseoso de recibir a su descarriado hijo mejor de regreso en la familia. Y sale a suplicarle al resentido hijo mayor que se una a él y experimente la plenitud de la vida que ya le pertenece.

La Cuaresma es el tiempo perfecto para una restauración nueva y profunda. ¡Y qué mejor forma de hacerlo que por medio del Sacramento de la Reconciliación! Así que deja que tu Padre celestial te restaure por medio del poder vivificador de la muerte y resurrección de Jesus. Escucha su voz cuando te suplica que recibas las riquezas de su “hogar”. Todo está ahí, ¡acércate a recibirlo! Amen.