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30 de junio de 2024 XIII Domingo ordinario

“Todos se quedaron asombrados” (Marcos 5, 42)

¡Por supuesto que estaban asombrados! Los discípulos y los padres de esta niña acababan de ver a Jesús devolverla a la vida. La niña andaba caminando por ahí como si nunca hubiera estado enferma. Y tan solo unos minutos antes, una mujer que padecía de hemorragias durante doce años se había curado al instante con tan solo tocar el manto de Jesús (Marcos 5, 27- 29). Ambas situaciones habían sido sorprendentes muestras de poder y demostraron que Jesús no era un maestro ordinario.

No sabemos si el padre de esta niña o la mujer enferma realmente comprendía que Jesús era el Mesías cuando se acercaron a él. Pero deben haber sentido que el venia de Dios, debido a lo que ya habían oído de él. Claramente, creían en su poder lo suficiente para acercarse a él y pedirle su sanación. Quizá no sabían cómo terminaría su encuentro con él, pero pusieron su esperanza en él y dieron un paso de fe.

Sabemos que Jesús es el Hijo de Dios, pero a veces podemos dudar de su poder. ¿Realmente puede curarme? ¿Realmente puede perdonar mis más vergonzosos pecados? ¿Me resucitara un día a una nueva vida? Y sin embargo historias como estas del Evangelio de hoy no sucedieron solamente en el pasado. Jesús sigue actuando poderosamente en nuestro propio tiempo. Conversiones, curaciones, respuestas a las oraciones, todas estas continúan abundando.

Por eso, cree en el poder de Jesús, como lo hicieron Jairo y esta mujer. Da un paso de fe y pídele lo que necesitas. Sigue pidiendo aun cuando no veas los resultados inmediatos. Aun si parece que nos estás obteniendo lo que estás pidiendo, ¡no pierdas la esperanza! Esta es la razón por la que vino a este mundo, y él lo hará, en su tiempo perfecto y su forma perfecta. Amen.

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