“¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”
(Marcos 10, 49)
Bartimeo estaba desesperado. Quería que Jesús lo sanara, así que clamó repetidamente: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” (Marcos 10, 47-48). Quienes se encontraban cerca estaban molestos con su insistencia. Pero cuando Jesús respondió a la suplica de Bartimeo, cambiaron su actitud. Se convirtieron en sus defensores y le dijeron: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama” (10, 49).
Hoy, permite que estos espectadores te den el ánimo y la valentía que necesitas para acudir a Jesús con tus propias necesidades.
Quizá, como Bartimeo, has clamado a Jesús para que te cure, pero parece que él no ha contestado tu oración. Por este motivo te has resignado con tus circunstancias. No quieres seguir pidiendo, solo para decepcionarte una vez más. ¡Ánimo! Jesús te llama. Sigue acudiendo a él con fe. Cree en su amor y en su deseo de sanar. Mientras esperas que conteste tu oración, recuerda que él te dará el consuelo que ecesitas para mantenerte firme.
Tal vez estás avergonzando de tus pecados y temes confesarlos. O quizás sigues cargando con la culpa de los pecados del pasado que alguna vez confesaste. ¡Animo! Jesús te llama. El Señor desea que sigas acudiendo a él y recibas su misericordia, no una sola vez, sino todos los días si es necesario.
Hoy, durante la Misa, imagina a Jesús que te hace la misma pregunta que le hizo a Bartimeo: “¿Qué quieres que haga por ti?’” (Marcos 10, 51). ¡No tengas miedo de decirle lo que necesitas! ¡Recuerda que él se complace cuando acudes a él con tus necesidades! Amen.
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