“No temas” (Apocalipsis 1, 17)
La mayoría de los judios creían que si veían la gloria de Dios cara a cara, morirían. Esto explica por qué San Juan, que escribió el libro del Apocalipsis, cayó en el suelo como Muerto cuando se encontró en la presencia de “un hombre vestido de larga túnica” (Apocalipsis 1, 13). Incluso el, que caminó junto a Jesus, presenció la Transfiguración, apoyó su cabeza en el pecho del Señor y lo vio ascender al cielo se sintió abrumado.
La respuesta de Jesús a Juan es perfecta para la celebración de hoy de la Divina Misericordia: “No temas” (Apocalipsis 1, 17). El Señor no le dijo a Juan que no había ninguna razón para temer; más bien, puso su mano sobre él, le ofreció una palabra de aliento y lo levantó. Esa expresión de amor e intimidad superó los temores de Juan y le permitió ponerse de pie frente a su glorioso Señor. ¡De eso trata la misericordia! Es el amor perfecto de Dios, el cual “expulsa el temor” (1 Juan 4, 18; BJ).
Esta es la misma misericordia que Jesus le muestra a Tomas en el Evangelio de hoy. Tomas dudo de la resurrección porque no la había visto con sus propios ojos. Pero Jesus aparece e invita a Tomas a que toque sus heridas y crea (Juan 20, 27). Al igual que Juan, Tomas experimentó una misericordia que lo acercó al Señor.
Nosotros también podemos experimentar esa misma misericordia. Jesus sabe que a la luz de su gloria, nos vemos frágiles y llenos de defectos. Sabe que a la luz de su verdad, a menudo dudamos y desconfiamos. Como hizo con Juan, él calma nuestro corazón temeroso y nos recuerda su amor.
Alleluia!
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