The Catholic Community of Northern Columbia County

“Cúmplase en mí lo que me has dicho” (Lucas 1, 38)

Estas palabras de María pueden parecernos fáciles e incluso algo románticas. Pero para ella no lo fueron en lo absoluto pues representaban un giro radical en su vida. Cuando las pronunció, estaba aceptando una misteriosa nueva forma de vida, repleta de incertidumbre. Ya no sería una esposa y madre humilde como lo eran muchas de las mujeres que ella conocía. En su lugar, se convertiría en la Madre de Dios, y nada volvería a ser igual. Tendría solamente un hijo al cual prepararía para ser el Mesías de Israel y el Salvador del mundo. Es más, viviría cargando la incomprensión y los juicios de los demás.  Imagina lo atemorizante que esto puede haber sido para ella. ¡María no tenía un ejemplo que seguir porque nunca antes había sucedido nada igual! No podía pedirle a su madre o a una tía que le ayudarán a caminar por esta senda. El rabino podía ofrecer algo de guia, pero la idea de que Dios tuviera un hijo habría sido extraña para el.

Pero a pesar de lo única que era la situación de María, también resulta muy familiar. Quizá no hemos respondido con tanta pureza como lo hizo María, pero el solo hecho de que ella lo haya hecho antes que nosotros es un gran consuelo. Ahora, asunta al cielo, nos ofrece su compasión, apoyo e intercesión, especialmente cuando nos sentimos perdidos y solos. Ella nunca se cansa de enseñarnos y cuidar de nosotros.

Amen.