"Yo soy… el que es, el que era y el que ha de venir” (Apocalipsis 1, 8)
La fiesta de hoy de Cristo Rey marca la culminación de todo lo que las lecturas del último mes nos han estado conduciendo. Aun cuando vivimos en él “ya” (Jesús Vino) y en el “todavía no” (Jesús regresará y establecerá su reino para siempre), dedicamos este día a declarar que Jesús es Rey, ahora y para siempre. El señor es “el que es, el que era y el que ha de venir” (Apocalipsis 1, 8).
Así como Jesús es nuestro Rey eterno, también su Reino es eterno. Se extiende más allá del tiempo y el espacio. Y la población de este reino es única: los “pobres de espíritu” reciben lugares de honor, junto con aquellos que sufren o que son mansos y humildes de corazón (Mateo 5, 3-5). Entonces, ¿qué significa para nosotros ser ciudadanos de este reino maravilloso y eterno? ¿Cómo pueden las verdades del “ya”, el “ahora” y él “todavía no” afectar nuestra vida?
Veamos:
A. Jesús ya te liberó del pecado por su sangre (Apocalipsis 1,
5). Puedes recibir esta libertad por medio de la fe y el
Bautismo; por medio del arrepentimiento y al
mantenerte unido a él por medio de los sacramentos.
B. Nada puede separarte de su amor (Romanos 8, 39). Hoy,
ahora, puedes invitar a Jesús a quitar cualquier barrera
que te impida experimentar las alegrías de su Reino
celestial.
C. Un día reinarás junto con el Señor (2 Timoteo 2, 12). Es
asombroso pensar en esto, pero en el Reino de Jesús
aquel “que se humilla, será enaltecido” (Mateo 23, 12). Si
procuras mantenerte cerca de él en esta vida, el Señor
promete que te dará un lugar cerca de él cuando reine
eternamente (25, 34).
“Señor Jesucristo, ¡te alabo porque eres mi Rey! ¡Ven, Señor, y establece tu Reino para siempre!” Amen.
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