“El Señor, tu Dios… está en medio de ti” (Sofonías 3, 17)
¿Alguna vez te has alegrado por algo que todavía no ha sucedido? Quizá estabas esperando con ilusión la boda de un querido amigo o la visita de un familiar que vive lejos. ¡La sola idea de lo que estaba por suceder te hizo sonreír!
En la primera lectura de hoy, el profeta Sofonías le dijo al pueblo de Israel: “gózate y regocíjate” porque Dios iba a levantar “su sentencia contra ti” (3, 14-15). Debían regocíjarse aunque todavía estuvieran sufriendo las consecuencias de su rebelión contra el Señor. ¿Por qué? Porque Dios había prometido rescatarlos, y eso iba a suceder.
Hoy es el domingo de Gaudete, un día apartado durante el Adviento para regocijarse. A pesar de que todavía faltan diez días para la Navidad, ya podemos regocijarnos por el nacimiento de Jesús. También podemos esperar con ilusión la Segunda Venida de Jesús, cuando establece un cielo nuevo y una tierra nueva (Apocalipsis 21, 1). Al igual que los israelitas, no sabemos cuándo sucederá esto, y sin embargo hemos sido invitados a regocijarnos por ello desde ahora. ¿Por qué? Por la misma razón: Dios cumple sus promesas.
Vivimos en un mundo sumido en el pecado, rodeados de mucho dolor y tristeza. Quizá estamos viviendo un tiempo difícil en este Adviento, así que tal vez no sentimos mucho deseo de alegrarnos. Pero es posible alegrarse en lo que se nos ha prometido. Un día nos presentaremos delante del Señor, y él enjugará las lágrimas de nuestros ojos. Ese día, ¡no podemos contener nuestra alegría!
Por eso, procura seguir el consejo de San Pablo en la segunda lectura de hoy: “Alégrense siempre en el Señor” (Filipenses 4, 4). Alégrate porque el Señor te ama tanto que se hizo hombre para salvarte. Hoy, decide alegrarte, sin importar cómo te sientes. ¿Por qué? ¡Porque el Señor nuestro Dios siempre cumple sus promesas!
“Señor Jesús, me alegro en ti, ¡ahora y para siempre!” Amen.
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