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10 de septiembre de 2023 XXIII Domingo Ordinario

“A ti… te he constituido centinela.” (Ezequiel 33, 7)

Así como Dios nombró a Ezequiel centinela de “la casa de Israel”, así ha nombrado a los padres para que cuiden su propia “casa”, su familia (Ezequiel 33, 7). Al igual que un profeta, la tarea de los padres es escuchar a Dios, animar a sus hijos y advertirles sobre las consecuencias del pecado, y ayudarlos a vivir de un modo que agreda al Señor. Esta invitación no se limita a los padres, tampoco. Dios quiere que todos nos cuidemos unos a otros.

Ser un centinela puede parecer abrumador. La propia palabra significa “vigilar”, es decir, cuidar y proteger. Especialmente en el caso de los padres, Dios les ha confiado la seguridad física de sus hijos y su bienestar eterno. ¿Cómo puede alguien cumplir a cabalidad tales expectativas?

Por medio de la intercesión. Los padres saben que no pueden controlar todos y cada uno de los aspectos de la vida de sus hijos. Su influencia tiene límites, especialmente conforme sus hijos maduran y comienzan a vivir por su propia cuenta. ¡Pero no hay límites para el poder de la oración!

Interceder por tu familia no es una pérdida de tiempo. Podrías tener una lista muy larga si incluyes a todos tus familiares. Pero de cualquier manera, es importante que reces por cada uno por nombre, y que seas específico sobre la intención por la cual estás rezando. Luego, ofrece una oración para todos: “Señor, te pido que cuides y guíes a mi familia. Bendícela y protéjela de todo mal. Te ruego que los llenes con tu paz y tu amor.”

“Señor Todopoderoso, te pido que cuides de mi familia, confío en tu protección.” Amen.

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