The Catholic Community of Northern Columbia County

In our secularized culture, we all struggle with belief in God, at least to some degree. An atheist man named Robert Bridges once wrote to his friend, the Jesuit poet Gerard Manley Hopkins, asking how he could possibly learn to believe in God. Hopkins pithily
responded: “Give alms.” Would that help someone tempted by atheism today, like you and me?

I think so, and here’s why. This week Jesus speaks of love for God and neighbor. These dual commands were nothing new when Jesus used them to sum up the Jewish law. What is new is the way he links them together in mutual dependency. In Jesus, God and man have become one. Human-love and God-love are now inseparably married forever.

The newness of the God-man means that there is now a permanently counter-intuitive way into the knowledge and love of God: love of our neighbor. To experience charity is to know God. That’s what Hopkins was getting at for his friend. How we treat our fellow human beings is inseparable from faith in God. Do you want to have a stronger sense of God’s loving presence and goodness? Commit to serving someone today and this week. Love him or her. Don’t wait for love for God to appear in your heart before loving others. Jesus has united divine and human love. If you want to believe more in God, give alms. — Father John Muir ©LPi

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Hoy, la Liturgia, nos habla de dos mandamientos que son inseparables el uno del otro. El amor a Dios y el amor al prójimo, dos puntos
fundamentales del Evangelio de hoy. No se puede poner solo énfasis en lo espiritual o en las obras de misericordia. Al poner importancia solo en uno de ellos, se corre el riesgo de perder la relación con el Señor. “Amarás al Señor tu Dios con tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los profetas se fundamentan en estos dos mandamientos (Mateo 22,37-40).

“En el Evangelio de hoy, una vez más, Jesús nos ayuda a ir a la fuente viva y que brota del Amor. Y tal fuente es Dios mismo, para ser amado totalmente en una comunión que nada ni nadie puede romper. Comunión que es un don para invocar cada día, pero también compromiso personal para que nuestra vida no se deje esclavizar por los ídolos del mundo. Y la verificación de nuestro camino
de conversión y de santidad está siempre en el amor al prójimo” (Papa Francisco 10-25-2020). La enseñanza es que, en medio de nuestro ajetreo de cada día, no olvidemos que los mandamientos son fundamentales para nuestro bien personal y de la sociedad. Es decir, nuestro prójimo. ©LPi