disciples the straightforward and bumper stickery words “I love you” or “I will always love you” (a la Dolly Parton’s song). Why doesn’t Jesus say, “I love you”?
Well, actually he does, but in particular ways. He says, “As the Father loves me, so I love you” (John 15:9) thereby rooting his love for us in the space of the Holy Trinity. This week he commands, “Love another as I have loved you” (John 13:34). He presents his love for us as a completed action which continues into the present moment. How has he loved us? By becoming one of us, one with us, and finally giving his life for us in his suffering on the cross. We weren’t there when he did that, but neither were his Apostles (except one). Still, that action is his great “I love you” to us.
His love is also hedged in a command: “Love one another.” So how can we practically follow it? The great St. John XXIII wrote in his diary that each day he followed this rule: “Only for today, I will do one good deed and not tell anyone about it.” The hidden nature of a good deed is a sign that it is truly loving. This week, take on St. John XXIII’s practical method of following Jesus’ great commandment of love. It’s a splendid way to say, “I love you.”
Father John Muir
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La palabra amor está muy trillada, es usada con mucha facilidad en nuestro lenguaje. Al decirla, quizá no pensamos en lo profundo de esta palabra. Hacemos tantas promesas de amor falsas. A la esposa, al esposo, a los hijos, a los amigos y a tanta gente le decimos que la amamos cuando en realidad no es cierto. En este Domingo de Pascua, Jesús nuevamente lanza su invitación al amor, a dar la vida por el ser amado. “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los
he amado” (Juan 13:34). Y agrega una frase más para que quede bien cimentado en nuestros corazones el significado de la palabra amor: “En esto reconocerán todos que son mis discípulos: en que se aman unos a otros” (Juan 13:35).
Esto es el amor evangélico; esto distingue mucho el significado de decir simplemente la palabra amor. El amor evangélico se vive en las dificultades más difíciles de la vida. Cuando los percances nos obligan a hacer cosas, aunque no queramos. Para así glorificarte en el sufrimiento de cualquier índole. Esta es la entrega que sublima tu Evangelio. Así es como se va aprendiendo a amar: la vida nos enseña a girar el corazón al amor. Reflexiona en lo siguiente: ¿En qué área de tu vida has experimentado el amor de Jesús? Si Jesús te dijera: “ama como yo te he amado”, ¿cuál sería tu respuesta? En concreto, solo Jesús puede ayudarnos a renovar nuestra forma de amar a los demás. ©LPi
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