A priest friend of mine received a call from a family whose elderly mother was dying. Within thirty minutes, he was at her bedside, offering the consolation of the sacraments, anointing her with the oil of the sick, and commending her soul to God. She passed not long after, and for months, her family spoke of their deep gratitude for his presence. When I phoned him to commend his faithful ministry, he simply said, “I was just doing my job.”
His words brought to mind Jesus’ teaching this week in Luke 17:10: “So you also, when you have done everything you were told to do, should say, ‘We are unworthy servants; we have only done our duty.’” In a world that often seeks recognition and applause, the Lord invites us into a different mindset—one of humble service. The priest did not see his response as extraordinary; he saw it as a grace to fulfill his vocation.
How tempting it is to seek affirmation for doing what I ought to do! Yet Jesus reminds us that true discipleship is not about grandstanding but about quiet faithfulness. It is enough to have served. It is enough to have loved. It is enough to be grateful that
we were given the chance to do our duty in the first place. Whether in priesthood, parenthood, or any vocation, what peace soaked
freedom there is in simply doing what is asked of us. No more, no less. Jesus, that is how you quietly love us. -Father John Muir ©LPi
Vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario—Lucas 17,5-10
Un sacerdote amigo mío recibió la llamada de una familia cuya anciana madre se estaba muriendo. En menos de treinta minutos, estaba junto a su cama, ofreciéndole el consuelo de los sacramentos, ungiéndola con el óleo de los enfermos y encomendando su alma a Dios. Falleció poco después y, durante meses, su familia le agradeció profundamente su presencia. Cuando le llamé por teléfono para elogiar su fiel ministerio, se limitó a decir: «Sólo hacía mi trabajo».
Sus palabras me trajeron a la memoria la enseñanza de Jesús esta semana en Lucas 17:10: «Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos indignos; sólo hemos cumplido con nuestro deber”». En un mundo que a menudo busca el reconocimiento y el aplauso, el Señor nos invita a una mentalidad diferente: la del servicio humilde. El sacerdote
no vio su respuesta como algo extraordinario; la vio como una gracia para cumplir con su vocación.
¡Qué tentador es buscar reconocimiento por hacer lo que debo hacer! Sin embargo, Jesús nos recuerda que el verdadero discipulado
no consiste en la ostentación, sino en la fidelidad silenciosa. Basta con haber servido. Basta con haber amado. Basta con estar
agradecidos por habernos dado la oportunidad de cumplir con nuestro deber en primer lugar. Ya sea en el sacerdocio, en la aternidad
o en cualquier vocación, qué libertad tan llena de paz hay en hacer simplemente lo que se nos pide. Ni más ni menos. Jesús, así es como nos amas en silencio. -Padre John Muir ©LPi
Comments
There are no comments yet - be the first one to comment: