Recent studies suggest that millennials will be the first generation in America to be worse off than their parents in terms of financial earnings and job status. Many lament this. I propose that this week’s Gospel provides a hopeful way to see the trend as good news.
The Lord Jesus says, “Take care to guard against greed, for though one may be rich, one’s life does not consist in possessions” (Luke
12:15). Greed damages us with the deception that we are what we possess. But to Jesus, this is simply not true. What makes us happy is who we are, who we become.
Does not the expectation that every generation should do better than their parents subtly mask the poison of greed? A similar attitude
is mirrored in the man who demands that Jesus justly arrange his share of the family inheritance. Despite the injustice, Jesus will not play that game. In fact, he seems to prefer that the man have less than his parents. What good would having more be to this man if
he becomes enslaved and miserable by greed? What good would it be for us to have more if it means we become much less?
In allowing the man to have less, Jesus opens a space for him to become more: a man free to love. In that much more meaningful sense, perhaps he was better off than his parents. Maybe the millennials will be, too. — Father John Muir ©LPi
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3 de agosto de 2025: 18.º domingo del tiempo ordinario
Estudios recientes sugieren que los millennials serán la primera generación en Estados Unidos que vivirá en peores condiciones que sus padres en términos de ingresos económicos y situación laboral. Muchos lamentan esta situación. Yo propongo que el Evangelio de esta semana nos ofrece una forma esperanzadora de ver esta tendencia como una buena noticia.
El Señor Jesús dice: «Cuidaos de la avaricia, porque aunque uno sea rico, su vida no consiste en sus posesiones» (Lucas 12, 15). La avaricia nos perjudica con el engaño de que somos lo que poseemos. Pero para Jesús, esto simplemente no es cierto. Lo que nos hace felices es quiénes somos, en quiénes nos convertimos.
¿No es acaso la expectativa de que cada generación debe vivir mejor que sus padres una forma sutil de enmascarar el veneno de la codicia? Una actitud similar se refleja en el hombre que exige a Jesús que le conceda la parte que le corresponde de la herencia familiar. A pesar de la injusticia, Jesús no entra en ese juego. De hecho, parece preferir que el hombre tenga menos que sus padres. ¿De qué le serviría a este hombre tener más si se convierte en esclavo de la codicia y se siente miserable? ¿De qué nos serviría a nosotros tener más si eso significa que nos convertimos en mucho menos?
Al permitir que el hombre tenga menos, Jesús le abre un espacio para que se convierta en más: un hombre libre para amar. En ese sentido mucho más significativo, tal vez él estaba mejor que sus padres. Quizás los millennials también lo estarán. — Padre John Muir ©LPi
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