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Browsing Messages From Father Steve

The Tenth Sunday in Ordinary Time June 9, 2024

Jesus asks us a stunning question this week: “How can Satan cast out Satan?” To enter into this question opens up the often-hidden dynamics of what Jesus has done and is constantly doing. If we’re honest, our response to some degree is: “How else can we cast him out? Satan is precisely how we cast out Satan!” But Jesus  wants us to see this finally does not work. Here’s what I mean. 

Satanas names the demonic mechanism by which we render wholeness through accusation. When we face a threat, we seek something to protect us (e.g., more money, social status, security, power, etc.). Rivals inevitably arise for these things and so do tensions. Accusation presents itself. “I’ll never be successful unless I get ahead of that guy.” “She’s already trying to get ahead of me.” “That group of immigrants is trying to take our jobs.” And so on. The accusation grows into a fear-inducing threat — things will break apart — no, they already are! Hurry! We inflict violence on the victim and — as if by magic — peace ensues. For a time. Soon fresh accusations are required to hold new chaos at bay, until there is no community left at all. This is essentially humankind’s sad history in a nutshell.

Jesus’ cross and resurrection unmasks this broken system of “casting out Satan by Satan” and ushers in a new one he calls “the Kingdom of God.” He reveals that the dynamic of accusation is nothing compared to his power of divine mercy and love. The cross (and not Satan) is the real power to tear down strongholds of sin and cast out Satan. This is why he describes himself as the “stronger man who ties up the strong man to plunder his house.” This week let’s notice the ways we “cast out Satan by Satan,” and then refuse to do it anymore. Because in the long run, that divided house cannot stand. — Father John Muir ©LPi

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Si alguien no piensa como nosotros, lo descalificamos; si no seguimos las reglas del juego nos sacan del equipo. Y así, sucesivamente, nos mueve la sociedad para seguir su corriente. En tiempos de Jesús pasaba lo mismo. Como Jesús estaba haciendo cosas fuera de lo normal, tuvo tensiones con su familia y con los escribas. “Al enterarse sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: Se ha vuelto loco. Mientras tanto, unos maestros de la ley que habían venido de Jerusalén decían: Está poseído por Beelzebul, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios” (Marcos 3:21-22). Tal parece que hacer el bien no es
del buen parecer de todos. Cumplir cabalmente con la voluntad de Dios trae problemas serios, en la familia, en la sociedad y en
el mundo. ¿Qué nos anima actualmente para hacer el bien? ¿Dónde están los que necesitan nuestro aliento y esperanza?

Sin duda que hay que fijarnos en Jesús, quien da la pauta y la seguridad para seguirlo y llevar a cabo su reino de justicia y de paz, y para tener más seguridad de que estamos con él, y haciendo lo que le agrada lo bueno, lo justo. Él clarifica entonces, y ahora, quién es su verdadera familia. “Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre” (Mateo 3:34-35). Ahora, pues, nos toca vivir como verdaderos hijos e hijas de Dios. ¡Que dignidad tan grande, hechos a su semejanza! ©LPi

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