The Catholic Community of Northern Columbia County

Last week we began five weeks of reading St. John’s Gospel, Chapter 6. We heard about the feeding of the five thousand by Jesus with bread and fish, with plenty leftover. We also heard from the Book of Kings that Elisha, the prophet, fed one hundred people from twenty loaves also with leftovers. Both situations called for the feeding of people, with bread, by God.

This week both the first reading, and the Gospel point again to the significance of being fed by God. In the Book of Exodus, manna was provided every morning by God (not Moses). Prior to that we hear the people grumbling to Moses and say that they would rather go back into slavery, rather than wait for God to provide. God, however, hears their cries and provides for them. In the selection from John’s Gospel we hear this week, the same people who were fed by Jesus the day before (in last Sunday’s Gospel) are now looking for a sign – to be fed again. Jesus does not offer them the leftovers or more fish and bread, but he offers them something greater – He offers them the Bread of Life, that is, His Body and Blood.

When we come to mass, do we expect to be fed by the Word of God and Bread of Life? Do we expect that receiving a small piece of bread and a small sip of wine (Holy Communion) will cure all our problems and issues? What do we expect? Or do we grumble and not understand and want to go back to our everyday lives and not get closer to God?

At the end of the Gospel selection today, Jesus states that He is the Bread of Life – and “whoever comes to me will never hunger and whoever believes in me will never thirst!” Do you believe in Jesus as the Bread of Life? Do you grumble as the Israelites did? Are you looking for proof as some of the disciples who were fed by Jesus and still seek signs?

Think about this and pray for a better understanding of how Jesus feeds you in Word and Sacrament… more next week.—Fr. Steve

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La semana pasada comenzamos cinco semanas de lectura del capítulo 6 del Evangelio de San Juan. Oímos que Jesús alimentó a cinco mil personas con pan y pescado, y que sobró mucho. También escuchamos en el Libro de los Reyes que Eliseo, el profeta, alimentó a cien personas con veinte panes, también con sobras. Ambas situaciones exigían que Dios alimentara a la gente con pan.

Esta semana, tanto la primera lectura como el Evangelio señalan de nuevo la importancia de ser alimentados por Dios. En el libro del Éxodo, Dios (no Moisés) suministraba el maná cada mañana. Antes de eso, oímos al pueblo quejarse a Moisés y decir que preferían volver a la esclavitud antes que esperar a que Dios proveyera. Dios, sin embargo, escucha sus gritos y les provee. En la selección del Evangelio de Juan que escuchamos esta semana, las mismas personas que fueron alimentadas por Jesús el día anterior (en el Evangelio del domingo pasado) buscan ahora una señal: ser alimentadas de nuevo. Jesús no les ofrece las sobras o más pescado y pan, sino que les ofrece algo más grande: les ofrece el Pan de Vida, es decir, su Cuerpo y su Sangre.

Cuando venimos a misa, ¿esperamos ser alimentados por la Palabra de Dios y el Pan de Vida? ¿Esperamos que recibir un pequeño trozo de pan y un pequeño sorbo de vino (la Sagrada Comunión) cure todos nuestros problemas y cuestiones? ¿Qué esperamos? ¿O refunfuñamos y no entendemos y queremos volver a nuestra vida cotidiana y no acercarnos a Dios?

Al final de la selección del Evangelio de hoy, Jesús afirma que Él es el Pan de Vida - y «¡quien venga a mí nunca tendrá hambre y quien crea en mí nunca tendrá sed!» ¿Crees en Jesús como Pan de Vida? ¿Se queja como los israelitas? ¿Buscas pruebas como algunos de los discípulos que fueron alimentados por Jesús y todavía buscan señales?

Piensa en esto y reza para entender mejor cómo Jesús te alimenta en la Palabra y los Sacramentos... más la próxima semana.-P. Steve