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Domingo, 24 de Abril:  II Domingo de Pascua

 “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20,28)

 Tomado de la homilía del Papa Francisco del Domingo de la Divina Misericordia del 7 de abril de 2013:

“En el Evangelio de hoy, el apóstol Tomas experimenta precisamente esta misericordia de Dios, que tiene un rostro concreto, el de Jesús, el de Jesús resucitado. Tomas no se fía de lo que dicen los otros Apóstoles: “Hemos visto el Señor” (Juan 20, 25); no le basta la promesa de Jesús, que había anunciado… Quiere ver, quiere meter su mano en la señal de los clavos y del costado.  

“¿Cuál es la reacción de Jesús? La paciencia: Jesús no abandona al terco Tomas en su incredulidad; le da una semana de tiempo, no lo cierra la puerta, espera. Y Tomas reconoce su propia pobreza, la poca fe.  

“Señor mio y Dios mio” (Juan 20, 28): con esta invocación simple, pero llena de fe, responde a la paciencia de Jesús. Se deja envolver por la misericordia divina, la ve ante sí, en las heridas de las manos y de los pies, en el costado abierto, y recobra la confianza: es un hombre nuevo, ya no es incrédulo sino creyente…  

“Tal vez alguno de nosotros puede pensar: mi pecado es tan grande, mi lejanía de Dios es como la del hijo menor de la parábola, mi incredulidad es como la de Tomas; no tengo las agallas para volver, para pensar que Dios pueda acogerme y que me este esperando precisamente a mí. Pero Dios te espera precisamente a ti, te pide solo el valor de regresar a El Precisamente… mirando mi pecado, yo puedo ver y encontrar la misericordia de Dios, su amor, e ir hacia El para recibir su perdón…”  

Dejémonos envolver por la misericordia de Dios; confiemos en su paciencia que siempre nos conceda su perdón.        

Amen. 

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