“Les he hablado de esto…” (Juan 14, 25)
Dolor, miedo y ansiedad: los discípulos deben haber sentido una gran variedad de emociones cuando escucharon las palabras finales de Jesús antes de su arresto y crucifixión. Y sin embargo, en el Evangelio de hoy, Jesus también hace una serie de promesas que con seguridad los sostuvieron en los días y años que siguieron. Sorprendentemente, estas mismas promesas también iban dirigidas a nosotros.
El que me ama, hace caso de mi Palabra… y mi Padre y yo vendremos a vivir con él (Juan 14, 21). Jesus va a morir, resucitar y luego ascender al cielo, pero seguirá estando presente para nosotros. Cuando lo seguimos, nos promete no solo acompañarnos sino vivir en nosotros. El Señor está profundamente cerca de nosotros.
El Paraclito, el Espíritu Santo… les enseñara todas las cosas (Juan 14, 26). Jesus les enseñó a sus seguidores muchas cosas que están registradas en los Evangelios, pero quiere continuar hablando a nuestra mente y nuestro corazón. Esa es la razón por la cual envió al Espíritu Santo. Él nos conduce y nos guiará en cada situación que enfrentemos.
Mi paz les doy (Juan 14, 27). Después de la ascensión, los discípulos enfrentan persecución e incluso el martirio. Pero a pesar de estas pruebas, la paz de Jesús permanecerá con ellos. Experimentaran una plenitud y tranquilidad que solo puede venir del Señor. Este es su don para nosotros también.
Dios siempre cumple sus promesas. Así que donde sea que te encuentres hoy, cree en lo que Jesus te ha “dicho” (Juan 14, 25-29). Luego observa cómo actúa en tu vida, tal como dijo que lo haría.
“Señor, te pido que me ayudes a confiar en tus promesas.”
Amen
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