The Catholic Community of Northern Columbia County

Comenzaron a burlarse de él, dirigiendole este saludo:
“¡Viva el rey de los judios!” (Marcos 15, 18)

Cuando escuchas la palabra “realeza”, quizá te imaginas a los reyes medievales sentados en grandes tronos o la elegancia de las familias reales de la actualidad.

Jesús, como Hijo de David, desciende de una línea de reyes y gobernantes terrenales. Como Hijo de Dios, es el Rey del universo. Pero mira como lo tratan. Es denunciado por la muchedumbre, aun cuando el mismo Pilato lo llama rey (Marcos 15, 9-12). Recibe burlas de parte de los soldados, que pretenden rendirle homenaje (15, 16-20). Y recibe el desprecio de aquellos que piensan que un rey de verdad se bajaría de la cruz y se salvaría a sí mismo (15, 29-32). 

Pero así es la realeza en el Reino de Dios: Un rey que se vacía a sí mismo y adopta la forma de un esclavo (Filipenses 2, 7). Un rey que cabalga hacia Jerusalén no en un carruaje sino en un burro (Marcos 11, 1-7). Un rey que por su propia voluntad se somete a los escupitajos, los latigazos y una muerte cruel para salvar a su pueblo. 

Durante esta Semana Santa, recuerda la realeza de Jesús. Hoy se sienta a la derecha de Dios, reinando en gloria. Pero también es el Rey siervo que te ama tanto que murió por ti y que te sigue amando tanto que perdona tus pecados. Esta es la realeza de Dios. También es la tuya, porque por medio de la muerte y la resurrección de Jesús has pasado a formar parte de la familia de Dios. Al caminar por esta senda, recuerda que “la corona de la justicia” te espera a ti y a todos los que sirven en la casa real de Jesús (2 Timoteo 4, 8; NVI). Amen.