“Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta”
(Lucas 13, 24)
Jesus no andaba con rodeos. Mientras pasaba por las aldeas, advertía a quienes lo escuchaban. Hay una puerta, y pasar por ella no será fácil. Pero tienen que pasar por ella. Esta imagen de la “puerta angosta” ilustra perfectamente la misión de Jesús: iba por ciudades y pueblos enseñando… mientras se encaminaba a Jerusalén” (Lucas 13, 24, 22).
Toda la vida, de Jesus señalaba hacia Jerusalén, donde cumpliría su misión. Ahí, develará el plan de salvación de su Padre al
ofrecer su vida libremente por nosotros. El Señor nunca dejó de avanzar hacia la cruz. Y mientras caminaba, visitaba una aldea
tras otra, enseñando a todos los que lo escucharan. Esta era la puerta angosta de Jesus, y él no la evade (Lucas 13, 24).
Es más, invito a todos a que lo siguieran por esa puerta de amor obediente y desinteresado. Y lo hizo porque sabe que la puerta angosta es el camino a la vida eterna. Sus advertencias pueden causarnos temor, pero Jesus nos quiere asustarnos; él quiere
salvarnos. Y por eso, todos los días nos ofrece la oportunidad de entrar por la puerta angosta, por medio de nuestros actos de amor y nuestra obediencia a sus mandamientos.
Del mismo modo en que visitó las aldeas cerca de Jerusalén, Jesús visita tu “aldea”, tu casa y tu corazón. El Señor viene a enseñarte cómo seguirlo por el camino al cielo. Te invita a “esforzarse” para entrar por la puerta que conduce a la vida eterna (Lucas 13, 24). Y ¿cuales son las buenas noticias? Que él es la puerta (Juan 10, 7), y sus brazos están abiertos para ayudarte. El Señor siempre está ofreciendo la gracia que necesitas para seguirlo.
Por eso, abre tu corazón a Jesus. Si la puerta parece demasiado angosta, el camino demasiado difícil o tu resistencia demasiado
grande, confiesa tu necesidad del Señor. ¡Pidele su ayuda! Amén
Comments
There are no comments yet - be the first one to comment: